domingo, mayo 13

El Espíritu Santo, la promesa del Señor

En Peñalolén, en medio de uan realidad diferente a la que vivimos la mayoría en el colegio, tuvimos la oportunidad de acompañar a nuestros hijos, jóvenes de 11° y 12° grado a celebrar la misa de acción de gracias por la oportunidad de hacer de este mundo y de este país un lugar mejor.

En compañía de los profesores, un grupo de papás tuvimos el privilegio de acompañar a nuestros hijos, quienes destinaron su fin de semana a ayudar a los mas necesitados. En sus rostros de cansancio, se ve el rostro de Jesús en medio nuestro, así se palpa el Espíritu de Dios, el paráclito que nos dejó para darnos su esperanza.
El padre Pepe celebró la misa, mientras otras familias junto a los mas pequeños celebraron junto al Padre Agustín Tapia en la Capilla del Colegio. En este tiempo que estamos ahora, nos recordaron, es un tiempo de esperanza. Los apóstoles ya habían visto a Jesucristo resucitado, sin embargo probablemente ya algunos estaban cansados, y quizás unos iban para un lado y otros para otro. Jesús nos quiere decir que Él permanecerá en medio de nosotros, especialmente a través del amor a los mas débiles y pobres. Quienes tengan ese amor, permanecerán junto a Él y sentirán la Paz de Dios, una Paz maravillosa, una Paz interior que marcará la vida.
El padre Pepe reflexionaba que quizás hemos hecho algo tan pequeño, al dirigirse a los jóvenes, posiblemente pudimos hacer mas y mejor, pero esa poquita cosa que se hace con otro, con un hermano a quien no haz visto antes y tal vez no vuelvas a ver, hace de este mundo uno mejor.
Damos gracias a Dios por dejarnos tocar por su Espíritu de amor.
La reflexión a la que nos invtó el Padre Agustín la acompañamos a continuación:
En este 6º Domingo de Pascua, la primera lectura de los Hechos de las Apóstoles nos muestra una de las primeras crisis o controversias generadas en la Iglesia naciente, a raíz de la obligatoriedad de asumir las leyes de Moisés a todo cristiano de origen no judío, específicamente sobre la circuncisión, que sí era obligatoria para el pueblo judío.

Esta controversia la resuelven sus discípulos desde el Concilio de Jerusalén, guiados por el Espíritu Santo, enfocando la enseñanza de Cristo a lo fundamental, sin imponer a los no judíos más cargas que las indispensables a la fe, fundamentalmente el amor a los hermanos.

A través del Evangelio, Cristo nos avisa que cuando Él se haya ido, Dios Padre nos mandará en su nombre, al Espíritu Santo, para que nos proteja y nos guíe, recordándonos lo que Él nos ha dicho. Además antes de irse no solo nos deja su paz, sino que también nos da su paz.

La Iglesia desde sus inicios ha vivido los conflictos propios de los grupos humanas donde existen diversas posiciones, pero siempre ha buscado el acuerdo entre sus miembros, tal como ahora lo hacen los obispos en la V Conferencia General del Episcopado LatinoAmericano y del Caribe frente a los problemas propios de nuestra época y ante lo cual su oración guía nos dice:

“Señor Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre, enciende en nuestos corazones el amor al Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristianos.

Ven a nuestro encuentro y guía nuestros pasos para seguirte y amarte en la comunión de tu Iglesia, celebrando y viviendo el don de la Eucaristía, cargando con nuestra cruz, y ungidos por tu envío

Danos siempre el fuego de tu Santo Espíritu, que ilumine nuestras mentes y despierte entre nosotros el deseo de contemplarte, el amor a los hermanos, sobre todo a los afligidos, y el ardor por anunciarte al inicio de este siglo.

Discípulos y misioneros tuyos, queremos remar mar adentro, para que nuestros pueblos tengan en Ti vida abundante, y con solidaridad construyan la fraternidad y la paz.

Señor Jesús, ¡Ven y envíanos!

María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros, Amén”